Ha entrado usted en la bitácora alzada de Claudio Colina Pontes

jueves, 16 de enero de 2014

Furtivos

Desde lo alto del edificio colindante saltó a la azotea de los Ramírez, más amplia, más limpia. Las sábanas al sol olían a humedad fugaz y a flores de plástico, a lejía diluida en arrugas blancas. Sabía que los Ramírez tardarían en regresar, y no le importó hacer ruido al forzar la puerta de hierro para entrar en la casa. Por la escalera enmoquetada, que olía a ambientador, bajó hasta el salón, donde halló lo que buscaba: la cámara de vídeo, el equipo de música, la tele, los candelabros de plata. Sumó mentalmente el valor de todo, y calculó el tiempo que tardaría en llevárselo. Iba a ser un negocio redondo.
Decidió husmear un poco por los dormitorios. El armario de la abuela olía a papeles amarillentos, a maderas entreabiertas de naftalina y a paraguas mohosos, y el de la hija, a lavanda y encajes blancos. De las mesillas de noche del matrimonio recogió un reloj de oro, un solitario y dos cadenitas. Volviendo a la sala pasó por la puerta de la cocina, y el único comensal se le quedó mirando fijamente, con temor. Lo reconoció: el nonagenario patriarca, Ramírez el viejo, que se apresuraba a esconder torpemente el plato bajo la mesa.
-¿Qué come usted? -Preguntó, acercándose.
El anciano, con un brillo demente en los ojos:
-No, doctor, no es lo que usted cree, no estoy comiendo sardinas de lata, porque usted me las tiene prohibidas, mire, mire...
Entre sus manos temblorosas, un plato con restos de sardinas en aceite.
-Me ha mentido, señor Ramírez. No se mueva de aquí, que voy a pensar en el castigo que se merece.
El abuelo, temeroso, murmuró algo y bajó la mirada.
Puso el cronómetro en marcha y desalojó por la azotea todos los objetos interesantes en menos de tres minutos. Se marchó sin despedirse.
Cuatro horas después, los Ramírez, desquiciados, le preguntaban al abuelo si había visto algo, y él les respondía que el médico lo había visitado, como todos los días, para tomarle la tensión y comprobar que seguía la dieta.